Si ayer os introducía con los datos oficiales en la mano el sitio del que os estamos hablando, hoy pasaré a contar mis impresiones más directas. No quiere decir que tu opinión cuando lo visites sea idéntica a la mía, pero al menos tendrás una visión algo menos fría que el mero recuento de número de árboles y especies. Al fin y al cabo en Russiapassion tratamos de contarte nuestra aventura rusa y no creo que seas de los que busca simples cifras. Recuerda que voy a mezclar mi experiencia de varios días y no distinguiré mucho entre ellos (¡que luego es muy dificil de escribir e imposible de entender!). Bueno, casi mejor me dejo ya de intros y te pido que me acompañes a: El parque Zagorodny de Samara (II) Solo por esto ya merece la pena la visita. Tal y como procede cuando se visita con tranquilidad un parque, lo primero es aprovisionarse bien. Así que nos acompañaban una especie de manta para sentarnos en la hierba, algo de comida, una extraña pero deliciosa bebida llamada “Tarjun” (algo así como un Peppermint sin alcohol y con gas) y un producto ruso algo “específico”, el “Airan”. Como ya os he contado en alguna ocasión, cuando una rusa o un ruso te diga que vas a probar algo “específico” prepárate para poner la misma cara que cuando de niño comiste por primera vez caracoles. El Airan es una especie de Kefir líquido y solo lo puedo definir como beber leche que sabe a queso. Eso si, estoy seguro de que por sus “específicas” características cuando lo pruebe dos veces no podré dejar de vivir sin él. En fin, Airan, Tarjun, la mantita y la comida fueron al maletero del Hyundai de mi amiga que condujo diestramente y afortunadamente, sin tráfico por la ciudad. El parque no está muy lejos del centro, pero según la circulación igual puedes tardar un ratillo. Recordé al llegar la zona. Está a las afueras y rodeada por varias urbanizaciones de chalets de lujo que ya quisiera yo para un día de fiesta. Si vienes en taxi o en bus, no te preocupes, pero si tienes que aparcar tu coche, puedes tardar unos minutos. Paciencia. Tarjun y airan, dos imprescindibles para tu visita a un parque ruso. El airan es el de la izquierda, por cierto. Existen varios parkings públicos y gratuitos colindantes con diversas zonas del parque. Ojo que uno de ellos cierra por la noche y tu Zaporozhets puede dormir ahí si tratas de recogerlo más tarde de las diez. Como todo lo público y gratuito, estos parkings suelen estar llenos. Afortunadamente, mi amiga pudo pedirle a una chica que salía con su Niva largo que le guardara el sitio mientras tres o cuatro “Buitres” merodeaban al acecho. La chica del Lada, rápida y lista, bloqueó con su hierro ruso cualquier posibilidad de adelantamiento y nuestro pequeño Hyundai encontró finalmente refugio. ¡Gracias chica rubia del Niva gris!
Aunque habíamos aparcado cerca de la puerta principal, preferimos no entrar por ella para atravesar el parque por la mitad. Esta puerta, por donde entra la mayoría, da a un paseo de doble carril asfaltado y separado por mazizos de flores donde encontrarás a infinidad de familias paseando, gente haciendo footing o bici, acaremeladas parejas de novios y la mayoría de los coloridos puestos de helado, bares, casetas de disparo, venta de algodones de azucar y todo lo que suele rodear a un gran parque familiar. Por cierto, que una de las maravillas del sitio es que aunque sus atracciones si lo hacen, no cierra nunca, pudiendo encontrarte con gente las 24 horas del día. Si la seguridad te preocupa que no lo haga. Nosotros estuvimos hasta las doce y media de la noche y puedes estar tan tranquilo/a como en cualquier calle normal de Rusia, lo que equivale a decir que no te va a pasar absolutamente nada. Al haber entrado en oblicuo, de inmediato comenzamos a disfrutar de la sensación próxima de la naturaleza. Las vías secundarias del parque son en su mayoría estrechas o directamente senderos de tierra y ello, junto a que el sitio está rodeado de calles de casas bajas y a su exhuberante naturaleza, hace que a los dos minutos de haberte bajado del coche, tengas la sensación de haber entrado en el bosque. Ten en cuenta que al limitar directamente con la naturaleza, se confunde con ella, por lo que en realidad, no es que tengas la sensación, es que acabas de entrar en un bosque al que algunos llaman parque. Esas espectaculares atracciones soviets de las que disfrutar. Esta en concreto te centrifuga mientras estás de pie agarrado de dos barras. Para no perdérselo... Gente en bici de montaña, de nuevo practicantes de footing o marcha, estas zonas menos “urbanas” de Zagorodny son mis preferidas aunque claro, si lo tuyo es ser Indiana Jones, todavía puedes adentrarte más en la naturaleza y perder rastro alguno de contacto humano. En todo caso, si como nosotros te diriges hacia su final para ver la magnífica vista del Volga, caminarás paralelo a las actividades principales, por lo que más o menos cerca de ti, según el camino escogido, verás diversas atracciones para niños, el sitio de alquiler de los caballos o parejas de novios posando para su album nupcial. Creo que debe haberse pedido la cuenta de cuantas de estas se hacen las fotos aquí. Entre que mi amiga no llevaba sus gafas (dice que es una señorita y que tiene que quitárselas para estar guapa), que yo por la noche me veo lo mismo que un topo y que el sendero elegido comenzaba a ser demasiado...campestre, terminamos agarrados como borrachos sacando los teléfonos e iluminando el suelo. Ojo con el parque que si te sales de lo urbano, disfrutarás de lo no urbano, lo que significa que debes de andar con la precaución de no acabar con tus posaderas en el suelo. Como supongo que entenderás, estas zonas alejadas de la entrada principal, carecen de iluminación. ¡Es un parque natural, que esperabas!
En pocos minutos llegábamos hacia nuestro destino. Lo primero que divisas es una enorme casa de madera antigua, espectacular y que supongo que fue la que perteneció al propietario original de las tierras. Hoy en día es un restaurante donde puedes pedir carne a la parrilla y disfrutar de una cerveza con unas vistas espectaculares. Y es que en esa zona se despejan los árboles y la casa está situada en una cima que te hace divisar una rampa perfecta y unos 200 metros más abajo el Volga y la playa que se usa en verano para bañarse en él. Esta priviliegiada situación te permite una vista 180 grados hacia río, la naturaleza, las colinas cercanas y por supuesto a un fantástico y despejado cielo si eres de los que disfrutan de ello. La espectacular casa de madera reconvertida en restaurante. Por supuesto, la foto no es mia, nosotros fuimos anocheciendo y en verano, así que he tenido que tirar de foto-recursos libres de derechos. Por cierto, que desde el mismo lugar, puedes ver un telesilla. Al fin y al cabo, hay un montículo, un descenso despejado hasta el río y la nieve es gratis, por lo que aunque creo que ahora no, al menos en su día fue pista de esquí. De lo que si estoy seguro es de que en invierno, sus visitantes cambian los patines en línea y las bicis por sus esquíes de fondo y se dedican a dar vueltas al parque con una habilidad sorprendente. Lo practican desde la misma escuela y es uno de los deportes favoritos del ruso de cualquier edad y condición. Pero estamos en verano así que unos metros más abajo de la casa restaurante de madera, colocamos nuestra manta y, aunque la verdad es que los olores de la barbacoa cercana pedían otra cosa, aprovechamos para degustar nuestro Tarjun, comenzar a hacerme amigo del Airan y comer alguna cosilla mientras disfrutabamos de la naturaleza, las espectaculares vistas y la no menos curiosa gente. No son muy buenas y tampoco te puedes llegar a hacer una idea de la altura o de la vista que tienes desde la colina, en todo caso, este es tu lugar de relax cuando visites el parque. La maquinaria que ves en la segunda foto de debajo son las estructuras del telesilla. Desde chicas a caballo en plena sesión fotográfica, guapas madres en falda corta haciéndose selfies sexys con sus niños tirándoles de la mano, guitarristas en prácticas, amigos de tranquilo botellón y gentes de visita. La fauna humana también es uno de los encantos de Zagorodny. En especial, si no eres ruso o llevas poco tiempo en el país, disfrutarás enormemente observando a toda esta diversidad de personajes relajándose en su lugar favorito. En especial a los señores de mediana edad con camisas transparentes de rejilla, luciendo barrigón y tetazas, sin nada que dejar a la imaginación, algo que parece muy de moda en estos días. Precisamente desde ese punto y a esa hora, no lo he dicho pero llegamos anocheciendo, puedes hacer la mejor foto del parque: el sol poniéndose en verano, ocultándose tras las cercanas colinas e inundando el cielo y el Volga con su omnímodo e impresionante reflejo rojizo. Es el momento en el que te giras y ves a todas esas personas de las que te hablaba antes, al unísono con los teléfonos en la mano como en un trance místico haciendo fotos como locos en silencio.
Una vez anochece, el mismo punto de Zagorodny te ofrece un espectáculo distinto. Los veloces Raketa cruzando velozmente el Volga, tranquilos cargueros y pesqueros, aviones volando bajo desde el cercano aeropuerto, las estrellas y las hogueras para barbacoas que divisas desde las islas próximas del río te harán desear quedarte toda la noche. Un deseo solo interrumpido por los mosquitos que a estas alturas pueden haberte amargado ya la visita. Es hora de recoger, pero afortunadamente podemos volver cuando queramos. La vuelta por un camino algo distinto me hace descubrir algo nuevo, las atracciones de la era soviética actualmente en uso y de las que puedes disfrutar durante el día. Viéndolas a estas horas, no es nada dificil imaginarlas llenas de niños gritando y padres de largas patillas deseando que el equipo de baloncesto de la CCCP arroyara en esa final olímpica de Munich '72. Espero vencer el miedo y subirme a la noria, al fin y al cabo, junto al ascensor de la torre Ostankino debe de ser lo más parecido a subirte al Soyuz. Una de las propuestas del proyecto de reforma. Existe o existió un proyecto para remodelar el parque. En teoría debía haber finalizado su gran reforma en el 2010, pero supongo que las necesidades del mundial de futbol hicieron cambiar las prioridades públicas de inversión. Por suerte, supongo. Aunque los dibujos que he visto trataban de mantener la esencia del parque, poder disfrutar de algo planificado, ejecutado y mantenido tal cual en la era soviética, es parte intrínseca de su esencia y aportan al parque ese último carácter tan especial que puede que se esté empezando a perder en Rusia. Aprovecha ahora y disfrútalo mientras puedas. Espero que entre los dos artículos tengais una idea aproximada de lo que podéis encontrar visitando este fantástico descubrimiento de la ciudad de Samara. Por cierto, lo mejor de todo lo dejo para el final: buscando algo de info, descubrí que hay alguien que está tratando de rodar un corto de terror basándose en una leyenda de asesinatos de hace 70 años. Tal vez no sea un lugar tan tranquilo donde pasear por la noche...prometo que investigaré. Os dejo el vídeo de lo que parece ser un proyecto amateur pero tiene muy buena pinta. Parque Zagorodny en Samara, su terrorífica leyenda. Carmelo Lugares que visitar en Rusia hay muchos, pero nadie te lo cuenta como Russiapassion. Más aquí.
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